Hay días en que uno no se levanta con ganas de sonreír, y mucho menos de hacer sonreír a los demás. Esos dias donde la realidad parece tener un solo punto de vista: el negativo. No es falta de inspiración, es el mal rollo que alguien te contagia, o esa sensación de que el mundo ya no está para bromas. En esos días, los que trabajamos intentando hacer sonreír a este país, tenemos un pacto: Sin previo aviso, y sin que nadie se de cuenta, al primer síntoma de que el mal humor nos está ganando la batalla, no encontramos ahí donde algunos dícen que el maestro descansa. Nos damos animos: que si "estás más delgado", que si "tú estás más joven", "a ti te está creciendo el pelo", si "estás más gracioso"... Nos contamos algunos chistes que conocemos de memoria, pero finjimos reírnos como si fuera nuestra primera vez. Y así pasamos el rato, hasta que finalmente alguien hace la pregunta: Maestro, ¿se puede ver cada día el lado bueno de todo con la que está cayendo?
-Si, digame.
-¿Es el enemigo? ¿Ustedes podrían parar la guerra un momento? Este... le quería preguntar una cosa: ¿Ustedes van a avanzar mañana? ¿A que hora? A las siete estamos todos acostados. ¿Y no podrían avanzar por la tarde? Después del fútbol. Si. ¿Van a venir muchos? Que bestias... Ayer estubo aqui el espia de ustedes, Agustín, uno bajito vestido de lagarterana...
"Que nada nos quite nuestra manera de disfrutar de la vida"
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